Nizamuddin - el barrio del santo


El mausoleo del santo sufí Hazrat Nizamuddin Auliya
La historia cuenta que en el siglo XIII el sultán de Delhi, Ghiyas-ud-Din Tughluk ordenó que todos los trabajadores involucrados en proyectos privados tenían la obligación de abandonarlos y presentarse en las obras de la nueva capital del sultanato, Tughlukabad, actualmente dentro de la metrópoli delhiense. En aquel momento el santo sufí Hazrat Nizamuddin Auliya estaba construyendo un pozo para su monasterio y por culpa de la orden del emperador no pudo retener a sus obreros. En consecuencia, tal vez desde el enfado, Nizamuddin lanzó una maldición sobre la nueva capital que, según sus palabras, pronto sería abandonada. Dicho y hecho, Tughlukabad fue abandonada por sus habitantes y gobernantes poco después, mientras que el Dargah del maestro sufí Nizamuddin sigue existiendo y atrayendo a peregrinos de varias partes de Asia del Sur siete siglos después.

El Nizamuddin Auliya Dargah es un extenso mausoleo dedicado al santo, cuidado por sus descendientes. Es más pequeño que el Dargah Sharif de Ajmer que conocí en noviembre, pero igualmente importante para la comunidad musulmana de Asia del Sur. Los alrededores del mausoleo abundan en puestitos con comida, sobre todo fruta pero también carne, lo cual me quitó el apetito. La entrada al Dargah es una puerta bastante modesta y estrecha que no hace anticipar el extenso laberinto interior. Los angostos pasillos conducen a la plaza central con la tumba de Hazrat Nizamuddin Auliya dentro de un mausoleo pequeño con portales arqueados y una cúpula. Lo que empequeñece al mausoleo todavía más es la gran mezquita con tres cúpulas y tres grandes portales que se erige imponente justo delante. El camino hasta la plaza primero transcurre delante de un gran pozo lleno de agua, posiblemente el mismo cuya construcción interrumpió el emperador Tughluk. Los pasillos atraen a una multitud de personas desesperadas que piden limosna, al igual que en las calles de Ajmer en las inmediaciones del Dargah Sharif. El laberinto también alberga varias tiendas con prendas, joyas y todo tipo de recuerdos, lo cual le brinda una infinidad de colores y formas.

El interior del Nizamuddin Dargah
Pero quizás lo más espectacular del Nizamuddin Dargah no es lo visual sino lo que nos llega a través del oído. Cada jueves por la tarde el mausoleo reúne a los mejores qawwals: cantantes de un género de música devocional sufí llamado qawwali. Las sesiones de qawwalis en el barrio del santo son muy concurridas y atraen a muchas personas independientemente de su religión. Por los pasillos del Dargah se ven hinduistas, sijs y algunos extranjeros que desean ver y escuchar la pasión sufí por el santo Nizamuddin. Hoy en día el qawwali es un género musical muy popular sobre todo en la India y Pakistán, donde artistas como los hermanos Sabri, Nusrat Fateh Ali Khan y su sobrino Rahat Fateh Ali Khan han saltado a la fama no sólo en el sur de Asia sino a nivel mundial. Sobre todo la excepcional voz de Nusrat llegó a los oídos occidentales, pocas veces dispuestos a escuchar las músicas del “sur global”. El qawwal pakistaní colaboró con el productor y cantante inglés Peter Gabriel y grabó bandas sonoras para diversas películas occidentales. También destacan sus colaboraciones con Eddie Veder y Michael Brook y sus múltiples premios internacionales. Sin duda, la estrella de Nusrat no necesita el reconocimiento de la industria musical occidental para seguir brillando, pero este hecho confirma su extraordinario talento.

Los apasionados versos del qawwali difícilmente podrán cruzar la siempre atascada y ruidosa Mathura Road donde se encuentra Nizamuddin East. Dentro de los límites de este barrio oriental se halla la magnífica tumba de Humayún (1508 - 1556), el segundo emperador de la dinastía de los Grandes Mogoles que dominó la India durante casi tres siglos. La elección de lugar fue motivada por la proximidad del mausoleo de Nizamuddin, del que eran devotos los emperadores Mogoles. Dentro del recinto descansan los restos de personajes ilustres de la época, como Isa Khan Niazi. El impresionante monumento en el que fue enterrado aquel noble de origen pashtun es una construcción octogonal erigida en una base elevada con una gran cúpula que la culmina. Cada pared de la estructura contiene tres portales colmados con una cúpula pequeña. Los portales dan acceso al interior donde se encuentran varias tumbas: las de Isa Khan Niazi y de sus familiares. En el límite del jardín que rodea el edificio hay una mezquita con una cúpula central y dos cúpulas laterales.

El mausoleo con la tumba de Isa Khan
El día de mi visita a Nizamuddin el intenso verdor de las palmeras y los árboles tropicales de los jardines contrastaba con el cielo azulado. El sol consiguió atravesar la neblina de smog con algunos rayos, creando parches de luz que teñían los monumentos que conforman el conjunto de la tumba de Humayún de color dorado en vez del gris que habitualmente desciende del cielo de la capital. Los pocos turistas dentro del recinto mantenían un respetuoso silencio, tal vez impresionados por la grandeza y belleza de la arquitectura mogol. Resulta difícil imaginarse que este fue el lugar escogido para albergar un campo de refugiados musulmanes que se marchaban de la India al recién creado Pakistán en el 1947. Nizamuddin y Humayún seguramente tampoco se imaginaban que muchos de sus descendientes y correligionarios dejarían Delhi para siempre cuatro siglos después para instalarse en el oeste. Durante un breve período los jardines sirvieron como un campo transitorio para cientos de personas que huían del norte de la India con la ilusión de rehacer sus vidas en el nuevo estado islámico. Hoy en los jardines no queda ni un rastro de aquel episodio oscuro en la historia del subcontinente.

Si la tumba de Isa Khan impresiona, la de Humayún deslumbra y enamora con su perfecta simetría y su sencilla pero hermosa ornamentación. Para llegar a ver el mausoleo del emperador mogol, primero hay que atravesar un impresionante portal de unos diez metros de altura. Detrás se extiende un vasto jardín con árboles, arbustos y flores. El pasillo central que conduce a la tumba está atravesado por un canal que lleva agua a las fuentes. El imponente mausoleo que alberga la tumba está erigido sobre una doble base elevada. A primera vista cualquier persona notaría un alto parecido con el Taj Mahal, y la semblanza no es ninguna casualidad ya que el quinto emperador mogol Shah Jahan basó su proyecto en la tumba de su ancestro en Delhi. Las diferencias también son fácilmente perceptibles, sobre todo la falta de los cuatro minaretes que rodean el Taj Mahal. El mausoleo de Humayún está hecho de arenisca roja, mármol blanco y negro y los escombros de otros edificios, lo cual le presta sus dos colores principales: el rojo y el beige. Tanto la base como la tumba se caracterizan por su impecable simetría. Es casi imposible divisar alguna imperfección. La estructura es el ejemplo más brillante, junto al Taj Mahal, de la arquitectura indo-islámica de los tiempos del Sultanato de Delhi y el Imperio de los Grandes Mogoles, y uno de sus primeros y mejor conservados representantes.

El mausoleo con la tumba de Humayún
La segunda base, construída encima de la primera más ancha, abre acceso al interior del mausoleo a través de múltiples portales arqueados. En cada pared hay una entrada con una escalera que lleva a la segunda plataforma en la que se erige el mausoleo. El edificio tiene cuarenta y siete metros de altura culminados con una gran cúpula de estilo persa. Los cuatro bloques laterales tienen dos cúpulas más pequeñas, mientras que dos más están en cada uno de los cuatro portales principales que llevan al interior de la tumba. En el interior, en una gran sala debajo de la cúpula más grande se encuentra la tumba del emperador: un ataúd de mármol encima de una plataforma ornamental. Las ventanas arqueadas en estilo indo-islámico ascienden hasta la misma cúpula de la que cuelga una lámpara. Desde la sala principal se accede a los laterales, con tumbas de varios familiares del emperador. Las decoraciones son bastante más sencillas y escasas que las del Taj Mahal, aunque no faltan detalles ornamentales de mucho valor.

Como el Taj Mahal, la tumba de Humayún está rodeada de espaciosos jardines con canales y fuentes. Sin embargo, la diferencia más grande entre los dos monumentos es la paz que uno aún encuentra a veces en el recinto delhiense. A pesar de estar en el medio de una gigantesca metrópoli de más de veinte millones de habitantes, los jardines permanecen ajenos a la salvaje lucha por la supervivencia de las calles a pocos metros de sus muros. Los escasos visitantes que recibe ese magnífico monumento pasean por los pasadizos o descansan sobre el césped encantados con la tranquilidad del lugar. Es un espacio ideal para tomar un respiro antes de volver al bullicio y las riadas de gente y automóviles en el exterior. De alguna manera, el emperador ha logrado mantener su dignidad cuatro siglos y medio después de su muerte, en una época que no siempre respeta el pasado.

La perfecta simetría del mausoleo de Humayún
Pasé más de dos horas y media admirando la simetría y los preciosos detalles arquitectónicos de la tumba de Humayún. Finalmente los guardias de seguridad tuvieron que avisarme de la hora de cierre, ya que empezaba a oscurecer. Salí encantado al exterior, tratando de imaginar la ciudad hace más de cuatrocientos años, con la tumba recién construída. Cuando atravesé la muralla, salí al jardín externo donde unos jóvenes con gorras musulmanas jugaban al cricket. Otro chico con gorra y un kurta pajama blanco sacaba a unas cabras a pastar. Un hombre sentado entre escombros y basura fumaba un cigarrillo. A pocos metros de aquí empezaba el alboroto de Mathura Road, con miles de coches atrapados en una cadena casi inmóvil. Solamente las motos y los autorickshaws lograban avanzar. El contraste entre los dos lados de la muralla era chocante: parecían dos mundos completamente distintos.

Del mismo modo sorprendía la diferencia entre el barrio del santo y la parte oriental de Nizamuddin. Nizamuddin East es una zona residencial de clase media y alta, con casas modernas de dos o tres plantas. El acceso a los edificios está protegido por vallas. Como en la vecina tumba de Humayún, aquí también reina la tranquilidad, quizás porque en ninguno de los dos lugares es necesario luchar por la supervivencia. El barrio puede presumir de varios residentes ilustres como la actriz y directora de cine Nandita Das o los periodistas Vinod Mehta y Mark Tully, entre otros personajes públicos.

La parte superior del portal que lleva al mausoleo de Humayún
Paseando entre aquellas casas y los automóviles caros estacionados en la vereda, me sentía como si estuviera en algún lugar de Europa, más que en la caótica Delhi. Pero esto también es la India: la opulencia y la tranquilidad comparte espacio con la escasez y el barullo. Por mucho que unos intenten aislarse de los otros, inevitablemente los dos mundos entran en contacto de una manera constante. No se puede salir de Nizamuddin East sin formar parte de la gran riada de automóviles, rickshaws y personas de todos los estratos sociales en Mathura Road u otra avenida circundante.

Con estos pensamientos consideré mi excursión a Nizamuddin finalizada y me dirigí hacia la estación de metro de Jawaharlal Nehru Stadium. Tras una hora y dieciséis estaciones de metro de tres líneas diferentes llegué al suburbio de Noida donde vive mi familia. En el camino entre la estación y la colonia residencial donde viven mis tíos pasé delante de los mismos vendedores que había visto en la mañana saliendo de casa, con sus puestos móviles de helados, paan y todo tipo de tentempiés indios especiados.

Llegué a casa agotado de tantos estímulos nuevos que tuvo que procesar mi cerebro. Mi tío ya me esperaba con una cena que había pedido en un buen restaurante: rotis, arroz y unos ricos curries vegetarianos para compartir entre los dos. Esa noche dormir era más fácil que nunca.

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