Intentando contar el mundo

Podróżni z którymi krzyżują się moje drogi w Indiach często latają samolotem, aby pokonać większe dystanse takie jak między Delhi i Kalkutą (prawie 1500 kilometrów) czy Delhi i Kochi w Kerali (prawie 2400 kilometrów). Ja z kolei zdecydowałem nie korzystać z tej formy transportu w sytuacjach, w których mogę pojechać pociągiem lub autobusem. Oczywiście muszę się pogodzić z wydłużonym czasem podróży lub robić postoje między miejscem, z którego wyruszam i celem. Dla przykładu, przejazd z Delhi do Kalkuty trwa przynajmniej siedemnaście godzin, a z kolei żeby dotrzeć do Kochi zatrzymałem się w czterech miejscach: Pushkar w Radżastanie, Vedchhi (Surat) w stanie Gudźarat, Mumbaj i Goa. Wyruszyłem z Delhi drugiego stycznia i dotarłem na miejsce piętnastego, a więc zajęło mi to dwa tygodnie, choć czas podróży byłby krótszy gdybym nie spędzał po kilka dni wszędzie tam gdzie się zatrzymywałem. Między pociągiem a autobusem zawsze staram się wybrać pociąg i unikać autobusów. Jest to dla mnie opcja o

Los viajeros con los que me encuentro en la India a menudo vuelan en avión para desplazarse entre dos lugares alejados entre sí como Delhi y Calcuta (casi 1500 kilómetros) o Delhi y Kochi en Kerala (casi 2400 kilómetros). Yo sin embargo decidí no utilizar ese modo de transporte siempre que sea posible trasladarme en tren o autobús. Por supuesto tengo que conformarme con tiempos de viaje mucho más largos o hacer paradas entre el origen y el destino. Por ejemplo el viaje de Delhi a Calcuta dura un mínimo de 17 horas. Para llegar a Kochi paré en cuatro lugares: Pushkar en Rayastán, Vedchhi (Surat) en Guyarat, Mumbai y Goa. Salí de Delhi el 2 de enero y llegué a Kochi el día 15. Tardé dos semanas en llegar al destino, aunque pudo ser mucho menos si no me hubiera quedado varios días en cada sitio donde paraba. Entre el tren y el autobús siempre procuro viajar en tren y evitar los autobuses. Lo encuentro mucho más cómodo y menos estresante, sobre todo por una cuestión ‘logística’: Los autobu

El cuarto día empezó a llover ligeramente desde la mañana. Salí a la hora de comer a recorrer la ciudad, con un par de lugares marcados en el mapa. Primero caminé hacia el barrio de Karapura, atravesado por múltiples canales y brazos del lago Dal. El mal tiempo le dio un aire muy melancólico a la ciudad. Las calles y senderos se llenaron de barro y la falta de luz solar suprimió todo color del paisaje urbano. Los seres más infelices ese día eran los numerosos perros callejeros cuyas miradas de sufrimiento me daban mucha pena. En Srinagar estos animales son bastante maltratados. Fui testigo de varias situaciones en las que la gente local ahuyentaba a un perro callejero que buscaba comida con palos o piedras. Sólo una vez vi a un hombre alimentáldolos con trozos de carne desde la ventanilla de su carnicería. En general el destino de los perros callejeros en la India suele ser triste pero en Srinagar se me partía el corazón cuando veía el miedo que me tenían incluso si les miraba desde la

El tercer día en Srinagar fue hasta ahora el más interesante. Chinmai me llevó a un tour por la ciudad vieja de Srinagar con un grupo que venía de Mumbai. Fuimos en autobús a recogerlos y luego a la mezquita más importante de Srinagar: Jamia Masjid, bastante atípica para una mezquita. Mientras las cuatro puertas arqueadas son claramente reminiscentes de la arquitectura islámica, las torres que adornan cada entrada se parecen más a los techos de las pagodas budistas. La mezquita es bastante rústica y sencilla, sobre todo por afuera. El interior consiste en espaciosos pasillos con decenas de pilares de madera que aguantan el techo alto. El suelo está cubierto con alfombras. Los pasillos rodean el patio interior a cielo abierto, en el centro del cual hay una fuente. Los cuidadores de la mezquita no nos dejaron olvidar que estamos en un lugar de culto y le llamaron la atención a Chinmai cuando su velo cayó unos centímetros y se veía un poco de su pelo. Creo que nunca lograré entender por q

En mi segunda noche me despierto a las 5:40 de la madrugada con los llamados del muezzin local a rezar. Pronto le respondieron las voces de otros muezzins y sonó como si todo el valle estuviera gritando “Alá akbar” pero de diferentes maneras, con diferentes tonos y melodías. Parecía una competición entre ellos. Algunos gritaban con voz ronca y desagradable, como el de la mezquita más cercana, y otros cantaban dulcemente. Era interesante pero molesto por ser de madrugada y por la duración de los llamados que siguieron durante unos veinte o treinta minutos, lo cual no ocurre en otras partes de la India. Tal fue el volumen del sonido que ni siquiera ponerme tapones en los oídos me ayudó a reducir mucho el estorbo de la pasión religiosa de las mezquitas. Estos llamados luego volverían a sonar varias veces al día. El día amaneció muy frío ya que el sol estaba tapado con nubes. Tras desayunar en un restaurante cercano, volví a descansar en la cama cubierto con un par de mantas gruesas. Por c

En el texto anterior expliqué brevemente qué es lo que hace Cachemira tan especial y por qué la India y Pakistán se han enfrentado por esa región en múltiples ocasiones. Ahora les contaré cómo es viajar a Cachemira desde Delhi en tren y autobús, y fue una aventura bastante larga tras la cual decidí que haría la vuelta a Delhi en avión. Para viajar a Cachemira reservé una plaza en un tren nocturno a Jammu desde Delhi, donde casi lo perdí por culpa de la gran distancia que separa CR Park, donde me quedo en la casa de mi tío, y la estación de Sarai Rohilla. Tardé una hora y cuarto en llegar en metro y viendo los gigantescos atascos en la carretera me di cuenta que era el modo de transporte más rápido a esas horas. Bajé al andén a las 22:02 cuando faltaban dieciocho minutos para que saliera el tren. Finalmente encontré mi vagón y localicé mi cama para acostarme y dormir todo el camino. Llegué a Jammu según plan a las 7:30 y fui directamente a la estación desde la que salían diferentes coc

Cachemira es una región muy especial por diferentes motivos. Primero por su belleza natural: es un valle verde y fértil en el Himalaya, rodeado de alta montaña y bosques de coníferas. Los lagos y ríos que atraviesan su paisaje contribuyen a esa impresión de belleza única, gracias a la cual a Cachemira se le conoce como la Suiza de la India. Era el paraíso terrenal y el lugar soñado para muchos reyes de la India, sobre todo los emperadores mogoles Jehangir y Akbar que construyeron allá múltiples jardines, palacios y mezquitas. Cachemira sigue siendo el sueño de sus sucesores que mandan en el subcontinente indio desde los estados de Pakistán e India que han dividido la región en dos justo después de la Partición en 1947. El valle se encuentra bajo el dominio indio, mientras que las zonas más montañosas al norte (Gilgit-Baltistan) y oeste (Azad Kashmir o POK) están dentro de Pakistán. Hoy en día el valle de Cachemira sigue siendo la manzana de la discordia entre ambas potencias nucleares