Conflicto indo-pakistaní visto desde Udaipur (Rajasthan)

La vista del lago Pichola desde la terraza de mi hostal en Udaipur
Despertarse en un autobús nocturno que acaba de llegar a su destino es una experiencia estresante en la India. El guión suele ser el siguiente: el ayudante del conductor cruza el pasillo gritando el nombre de la parada y empieza a haber movimiento detrás de todas las cortinas. Los cuerpos inmóviles vuelven a la vida y aparecen caras con ojos hinchados del sueño. En la puerta del autobús ya esperan varios conductores de autorickshaw (tuktuk).“Adónde quiere ir?”, preguntan. Esta vez el precio que me ofrecen por llevarme a mi hostal no me acaba de convencer, así que me voy caminando a mi hostal.

Es la segunda vez que me quedo en el mismo hostal, cerca del lago y del City Palace, un complejo de palacios espectaculares de la época de oro de Udaipur: la de los príncipes rajput. En la recepción del hostal me reconoce el mismo chico punjabi que estaba al cargo la última vez. Ya no lleva trenzas en su pelo pero sigue vistiendo la ropa de marca más moderna y escuchando rap en su ordenador. Es un chico muy sociable que se gana a todo el mundo en el hostal con su forma de ser cariñosa, su sonrisa encantadora y su curioso acento punjabi-australiano. En general cae bien naturalmente.

Un conflicto interminable y la campaña electoral

Son días muy agitados en la India por culpa del conflicto con Pakistán. Hace algo más de una semana un terrorista-suicida del grupo Jaish-e-Mohammed que actúa desde Pakistán, mató a más de cuarenta policías en Pulwama, en el estado de Jammu y Cachemira. En respuesta al ataque, las fuerzas aéreas indias llevaron a cabo un bombardeo dentro del territorio pakistaní, afirmando que han matado a más de trescientos terroristas. La reacción del pueblo indio no se hizo esperar: alentada por los políticos y los medios de comunicación, mucha gente vivió la tensión con una excitación poco sana. Por ejemplo, en Udaipur un grupo de jóvenes tiraba petardos y celebraba el bombardeo gritando “Hindustan zindabaad” (“Que viva la India”) y lemas contra Pakistán y hasta Bangladesh…

El lago Pichola y el City Palace en la parte derecha
En la sala común del hostal un hombre pasó todo el día viendo las noticias de los cientos de canales de noticias indios. Absolutamente todos los canales hablaban del conflicto y el nombre “Pakistán” era la palabra más repetida. Los medios de comunicación parecían sonar los tambores de guerra y empujar al gobierno y al ejército hacia el precipicio de la guerra. Por otro lado, el gobierno derechista-hindú de Narendra Modi aprovechó el atentado para cargar con dureza contra Pakistán y crear una imagen de un gobierno y un líder firmes en la defensa del pueblo indio. Muchos analistas coinciden en que el conflicto le conviene a Modi de cara a las elecciones generales anunciadas para este abril y mayo.

Del lado pakistaní se tomaron las acusaciones de apoyar a Jaish-e-Mohammed como una ofensa. Un día después del bombardeo en territorio pakistaní, un avión caza indio fue derribado y su piloto fue tomado como prisionero de guerra. El primer ministro de Pakistán, Imran Khan, aprovechó ese inesperado regalo del cielo para lanzar un mensaje diferente al de su homólogo rival: unas palabras de paz. Dos días después de detenerlo, Khan liberó al piloto esperando que así conseguiría rebajar las tensiones. El gesto fue muy aplaudido no solamente por actores internacionales ajenos al conflicto sino también por el ala más liberal de la sociedad india. Esa actitud conciliadora debió ser un golpe para Modi y su gobierno ya que durante varios días no hicieron declaraciones al respeto.

Casi un mes más tarde la tensión sigue vigente, aunque los dos países evitan un enfrentamiento directo. Muchos vuelos internacionales han sido desviados por culpa del cierre del espacio aéreo pakistaní. En Cachemira se acusa al gobierno indio de torturar y asesinar a un profesor de escuela detenido. Los indios no olvidan a sus “mártires” de Pulwama pero el conflicto empieza a desaparecer de las conversaciones cotidianas. Sin embargo, el historial de confrontaciones entre los dos países no invita al optimismo. Más pronto que tarde la chispa del odio provocará otro incendio…

Comentarios

  1. We had the same feeling of strangeness, hearing the word "Pakistan" over and over again on the television, everywhere we went. It really felt like the news media were winding people up and readying them for war.

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  2. That is exactly what they did. Activists such as Arundhati Roy have criticised the media and the politicians for inciting division and hatred. I think you will hear it in this interview with Al Jazeera: https://youtu.be/8RH2nkn-fGg

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