La felicidad se encuentra en Munroturuttu (Kerala)
El río Kallada en Munroeturuttu |
Tras un día en Varkala,
llegar a las ‘backwaters’ supone un cambio radical. Paso del tumulto turístico
de las playas a una pequeña isla entre dos ríos: de lo globalizado y comercial
a lo local y sin ánimo de lucro.
Las ‘backwaters’
son una extensa red de canales y lagos creados naturalmente gracias a la
formación de islas en las desembocaduras de los múltiples ríos que atraviesan el
estado sureño de Kerala. El resultado de ese proceso no pudo ser más bello: centenares
de ríos y canales que pasan por arboledas de palmeras y forman extensos lagos que
juntan agua salada con agua dulce. Como me explicó una mujer local, por culpa
del agua salada difícilmente se pueden cultivar plantas en esta región costera.
Efectivamente, desde el tren de Kollam a Munroturuttu, conocida también como
Munroe Island, vi únicamente palmeras cocoteras y algunos arbustos.
Para llegar a mi
alojamiento, caminé media hora desde la estación de tren y luego me recogieron en
un bote para llegar a la isla en la que se encuentra el Munroe Eco Camp: una
especie de centro turístico que ofrece habitaciones pero también tiendas de
campaña a un precio muy asequible. Los únicos habitantes en este momento son la encargada, el barquero que me trajo a la isla y dos visitantes. Reina el
silencio, sólo el viento remueve las ramas de las palmeras que sueltan un
agradable susurro. La sensación de paz se percibe desde el primer paso que doy
en la isla y ya estoy convencido de que disfrutaré mucho del día aquí
El atardecer sobre el lago |
Dejo mi mochila
en la tienda, me cambio y salto al río. El agua está perfecta para nadar:
caliente, casi sin olas. El río está conectado con un lago, así que me divierto
un rato en un entorno acuático casi ilimitado que tengo delante. El sol hace fácil el
secado, ni siquiera necesito la toalla. Repito el ritual a lo largo del día:
nado unos veinte minutos y me seco al sol.
Por la tarde uno
de los visitantes, Antonio, de Estados Unidos, se marcha a la estación de tren,
mientras que Pierre de Francia y yo decidimos alquilar un kayak y dar una
vuelta por los canales de la zona.
Empezamos por uno
de los brazos del río Kallada y pronto entramos en uno de los laterales.
Los canales que elegimos se hacen cada vez más estrechos. Pasamos por un pueblo
que probablemente nunca veríamos si fuéramos caminando o en moto. Al final de
la travesía por el canal estrecho llegamos al cauce principal del río Kallada,
que mide unos cien metros de ancho.
Quedan varios kilómetros por delante para volver, pero finalmente llegamos
antes de las dos horas previamente pactadas.
Mi tienda de campaña en el primer plano :) |
El sol ya está a
punto de esconderse detrás del horizonte. En este momento es casi rojo y apagado,
nada que ver con la bola de fuego de hace dos horas. Pierre y yo saltamos al
río y nadamos hacia el centro del lago. Unos doscientos metros de la costa
descubrimos que aún podemos pisar el fondo. Nos quedamos de pie un buen rato
charlando hasta que empieza a oscurecer.
Observar el
atardecer desde el agua, con la inmensa masa de agua con sus islas y bosques a mi alrededor, fue uno de los momentos más
bonitos y liberadores que he vivido durante mi viaje. Me sentí casi eufórico por
estar rodeado de tanta belleza natural y con la vista del sol rojizo prestando
su color a las pocas nubes en el cielo. Me gustaría que todos los atardeceres
fueran como el que vi y viví en Munroturuttu.
La isla Munroe es
uno de estos sitios cada vez más raros donde la conexión con la naturaleza no
es forzada. Es un lugar para desconectar de la realidad del humano moderno,
dejar de lado el estrés, las preocupaciones, el teléfono y las redes sociales.
Confieso que esta noche siento un poco de melancolía. Porque mañana dejo la tienda,
los canales y el lago y no volveré a vivir ese atardecer. Es cierto que nada es eterno pero, afortunadamente, la
ilusión es una energía renovable…
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