El sufrimiento interminable de los palestinos y las cuestiones del poder y el antisemitismo

Que me disculpen las personas que huyen de cualquier polémica y se ofenden en nombre de otros, pero yo he optado por llamar las cosas por su nombre. El trato del estado de Israel y su ejército a la población palestina es un nuevo apartheid: una separación entre ciudadanos libres y ciudadanos de segunda categoría, cuyos derechos se han visto extremadamente reducidos. Es una nueva forma de colonialismo, una herencia de viejas tendencias europeas, que se manifiesta a través de la militarización, las políticas discriminatorias hacia los palestinos y la progresiva limpieza étnica que está llevando a cabo el estado de Israel. Los que hoy afirman estar luchando contra el terrorismo, ejercen terror contra la población palestina, expulsándola a zonas cada vez más reducidas de Cisjordania, bajo vigilancia sofocante del ejército israelí y hacinando a los dos millones de habitantes de Gaza en un territorio diminuto. De hecho, la política de asentamientos israelíes en Cisjordania viola el derecho internacional que asigna Cisjordania y la Franja de Gaza a la población palestina. Hoy en día Israel no sólo encierra a los palestinos en unos guetos sino que también limita su derecho a la libre afiliación política, criminaliza la disidencia y la protesta, persigue a activistas y cierra medios de comunicación. Es cierto que las causas que llevaron a la situación actual son muy complejas, pero hay algo que es sencillo y evidente: Aquí no se trata de un conflicto entre iguales sino de una opresión de un estado con uno de los ejércitos más modernos, apoyado por la mayor potencia militar en el mundo, hacia una parte de población sistemáticamente discriminada y cada vez más marginalizada que recurre a la violencia para defenderse, lo cual deriva en más opresión. No entiendo que se pueda negar algo tan evidente. No encuentro argumentos para defender las acciones del estado de Israel.

He utilizado palabras muy fuertes como "limpieza étnica" o "apartheid", que pueden resultar problemáticas teniendo en cuenta la trágica historia del pueblo judío. Sin embargo, son acusaciones cada vez más frecuentes y no faltan motivos para ver las políticas de Israel de esa forma. También hay voces más moderadas que se han sumado a las críticas. La semana pasada el presentador de The Daily Show, Trevor Noah habló sobre los enfrentamientos de Sheikh Jarrah, el lanzamiento de cohetes por parte de Hamas y los bombardeos de Israel a Gaza. Como bien afirmó, la cuestión es tan polémica que tomar una posición es un riesgo para personajes públicos como él. Existe un discurso pro-israelí muy agresivo que asocia cualquier declaración a favor de los derechos de los palestinos o cualquier crítica de las políticas de Israel en esta materia con el antisemitismo, además de reducir las reivindicaciones palestinas a la violencia de Hamas. Es probable que un sector de los críticos sea antisemita, aunque de los antisemitas occidentales esperaría también racismo contra el otro bando, ya que los musulmanes son vistos por la derecha europea y americana como una grave amenaza. De todas maneras, este argumento carece de fundamentos y se ha covertido en una excusa cómoda para Israel y sus aliados. Es un contragolpe que restringe el debate a un intercambio de recriminaciones banal y superficial, cuando el conflicto merece unas reflexiones mucho más profundas. Además, es una acusación grave que puede acarrear consecuencias desagradables para la persona atacada. Yo personalmente he visto ataques similares en las redes sociales, pero me parece innecesario tener que explicar que no soy antisemita. Las críticas le llueven a Israel de todos lados y no es precisamente por antisemitismo. Harían bien en tomarlas en cuenta y recapacitar, porque, como estado y como sociedad llevan décadas a la deriva, flotando en una dirección equivocada.

En su discurso Trevor Noah no quiso arriesgar su reputación posicionándose de una manera clara en contra de la opresión que sufren los palestinos a manos de Israel. Sin embargo, planteó unas preguntas importantes y dignas de reflexión. Primero de todo, cada vez menos personas ven la "cuestión palestina" como un enfrentamiento entre iguales. Muchos medios de comunicación occidentales como la BBC tratan de presentarlo así, pero está bastante claro que entre las dos partes hay un abismo en cuanto a tecnología y recursos para poder dañar al otro. La superioridad de Israel en la capacidad de hacer daño es aplastante. Por eso Trevor Noah plantea las siguientes preguntas:

- "Si estás en una pelea, en la que la otra persona no puede ganarte, ¿con qué fuerza deberías contraatacar cuando la otra persona intenta lastimarte?".

- ¿Es la respuesta del más poderoso en una pelea desigual justa y necesaria?

- ¿Hay maneras alternativas para lidiar con el problema?

- ¿Hay voluntad por parte del más poderoso en la pelea para preguntarse por qué el otro intenta lastimarle? ¿Estaría dispuesto a admitir la culpa?

- "Cuando tienes tanto poder, ¿cuál es tu responsabilidad?"

Por supuesto que Hamas es una organización extremista que recurre a la violencia, pero esto no puede justificar los aplastantes bombardeos de Israel en Gaza. A menudo nos olvidamos de que las primeras víctimas de las medidas extremas de Hamas son los propios palestinos. De todas maneras, reducir las reivindicaciones palestinas y su lucha a los cohetes de Hamas es tergiversar la realidad. Es muy importante recordar que la organización nació en los años ochenta, varias décadas después del inicio de la ocupación israelí de las tierras palestinas. Además, Hamas gobierna sólamente en Gaza, mientras que en Cisjordania el poder político es de Fatah. Por lo tanto, Hamas y sus métodos no representan a toda la población palestina que ha intentado reivindicar su causa de todas las formas posibles y ninguna ha funcionado. Marchas pacíficas, activismo, protestas violentas: Todo esto ha fracasado, ya que Israel es incapaz de abrirse al diálogo. Tampoco nos preguntamos mucho por qué los palestinos se radicalizan tanto, pero no debería resultar dificil entender el motivo viendo la radicalización del otro bando: el gobierno de Israel está controlado por una minoría derechista cada vez más radical y las voces sensatas tienen cada vez menos influencia. Si llamamos a Hamas "fundamentalista" y "extremista", deberíamos empezar a emplear los mismos calificativos para describir la actitud y los métodos del estado de Israel. Los palestinos, relegados a enclaves cada vez más pequeños, viven unas vidas insoportables y sufren abusos de derechos humanos a diario. No debería extrañarnos que en este contexto Hamas tenga tanto apoyo y que muchos palestinos en su desesperación acaben lanzándose contra el opresor de forma violenta. ¿De verdad es tan dificil ver quién es el opresor y quién el oprimido en este conflicto?

Me acuerdo de dos chicos palestinos que conocí durante mi carrera universitaria en Polonia. Ahmed y Mahmud venían de la franja de Gaza para estudiar en mi facultad. Era su primera vez en el extranjero. Los dos habían pasado toda su vida anterior en esa urbe llena de refugiados del Nakba: la catástrofe de las expulsiones de los palestinos. Ahmed y Mahmud eran sumamente creyentes y conservadores, sin embargo muy pronto encontramos una pasión común: el fútbol. Mahmud era del Barça, como yo, mientras que Ahmed desgraciadamente sentía el color blanco del Real Madrid, pero nos tomábamos la rivalidad de los grandes clubes españoles con mucho humor. Jugábamos al fútbol cada semana y veíamos muchos partidos de la liga española en mi habitación o en un bar. Ambos eran personas extremadamente generosas y amigos muy fieles y muy agradecidos por cada gesto de amabilidad que recibían. Siempre recordaré sus primeros pasos en la cultura europea: sus primeras fiestas de karaoke en el bar estudiantil de nuestro campus, sus primeros chupitos de vodka y la respetuosa timidez con la que hablaban con las chicas polacas. Por otro lado, me sorprendió mucho el odio de mis nuevos amigos palestinos hacia Israel y los judíos, ya que en aquella época yo no tenía muchos conocimientos de la compleja historia del sionismo y el Nakba. Ahmed y Mahmud nunca habían cruzado las fronteras de Gaza. Los únicos judíos que habían conocido eran los soldados israelíes que entraban a sus casas y humillaban a sus familias y sus vecinos con amenazas, registros y detenciones arbitrarias. Veían a los judíos como opresores e invasores a los que había que combatir. No sentían ningúna esperanza de poder resolver el problema de una forma pacífica, aunque tampoco creían que se pudiera resolver con el uso de la violencia. Era una lástima que el odio enturbiara las personalidades tan dóciles y amables de Ahmed y Mahmud, pero hoy esto ya no me extraña. La opresión, la discriminación y la deshumanización son un caldo de cultivo ideal para el resentimiento. Los israelíes y los palestinos están atrapados en una espiral de enfrentamiento que devora toda la bondad de las personas y envenena sus vidas con rabia y sed de venganza. Esto afecta sobre todo a los palestinos, que en su desesperación arremeten contra el todopoderoso enemigo y estrellan sus sueños y sus ansias de libertad contra los muros infranqueables del cinismo, la indiferencia y la hipocresía de los dirigentes internacionales.

He conocido también personas de Israel y me gustaría contarles un par de experiencias personales durante un viaje en el sur de Asia. Coincidí con israelíes en múltiples hostales en la India y Nepal, ya que son destinos turísticos muy populares en su país. A veces conversábamos sobre diversos temas pero evitaba hablar de política a toda costa, sabiendo que probablemente teníamos posiciones opuestas. Sin embargo, mientras estaba en Nepal me enteré de unos enfrentamientos en la frontera de Gaza en las que varios manifestantes palestinos y dos soldados israelíes resultaron heridos. Hamas disparó cohetes hacia el territorio israelí y en respuesta Gaza fue bombardeado por el ejército del país hebreo. Impactado por las noticias, sin pensarlo mucho, pregunté por la situación a un chico israelí que contestó sin inmutarse: "Sí, está siendo duro, nos bombardean mucho". Me quedé sorprendido por la respuesta tan sesgada pero decidí no entrar en discusiones. El chico claramente sólo creía en una versión de los hechos: la contada por la mayoría de los medios de comunicación de su país. Un día más tarde en el hostal ya no pude evitar una discusión acalorada con otro chico de Israel, que defendía unas ideas muy extremas y sólo veía soluciones militares para el conflicto en su país. Viendo que además tenía unas creencias machistas y homófobas en otras cuestiones, no tardé mucho en dar la discusión por finalizada. Recordando esto, evité hablar de política con otro chico israelí que compartía habitación conmigo en un hostal unas semanas más tarde. Para mi sorpresa, fue el chico quien tocó este tema. Me comentó que se planteaba abandonar Israel, porque no aguantaba más la atmósfera de odio que impregnaba el país y su población. Dijo que no veía soluciones para el conflicto y que no quería que sus hijos crecieran en un ambiente tan enfermo. Estaba visiblemente afectado por el conflicto en Gaza y claramente no apoyaba las acciones represivas de su gobierno. Me quedé impresionado por su confesión. Sus palabras transmitían apatía y pesimismo. Espero que algún día israelíes de buena fe como él logren vencer esos sentimientos y saquen a su país de la espiral de violencia que parece no tener final. Es cierto que las declaraciones de tres personas no son representativas de toda la sociedad israelí, pero me dieron una idea sobre ciertas tendencias que deben existir en su país.

A menudo pienso en los colonos judíos que llegaban a la Palestina controlada por los británicos en el período entre las dos guerras mundiales y después del Holocausto. La creciente popularidad del sionismo se entiende como una reacción al aumento del antisemitismo en Europa. Las comunidades judías ya llevaban varios siglos de expulsiones, pogroms y otras humillaciones que crearon un sentimiento de vulnerabilidad y desprotección. Ya en el siglo XIX algunos intelectuales judíos como Theodor Herzl llegaron a la conclusión de que sólo la constitución de un estado judío puede garantizar la supervivencia de su pueblo. Me imagino a los colonos en los años treinta del siglo pasado huyendo de las políticas cada vez más amenazantes de Hitler y luego escapando del horror del Holocausto, tal vez el genocidio más espeluznante en la historia de la humanidad. En Europa no había más futuro para ellos, ya que se sentían rechazados en todos los países. En mi Polonia natal las autoridades comunistas abiertamente animaban a los pocos judíos que sobrevivieron el exterminio a emigrar a Palestina. Esos supervivientes estarían llegando a Palestina desposeídos, hundidos y desesperados pero quizás también ilusionados con una posibilidad de un futuro mejor, en paz, con un estado propio. Sin embargo, siento que no podía surgir nada bueno de ese contexto. Los que huían de la violencia acabaron ejerciendo violencia en un intento desesperado de controlar su destino, y aunque entiendo sus motivaciones, no puedo aceptar que hoy en día el estado que nació como consecuencia de la persecución y la discriminación persiga y discrimine a otro pueblo, encerrándolo en guetos y apalizándolo con bombardeos cada vez que este protesta. No, queridos y queridas, si les importa la justicia y los derechos humanos, no pueden defender esas acciones y tachar de "antisemitas" a quienes las critican. Esa tapadera hace tiempo que no consigue callar a nadie.

(Foto: theguardian.com)

Comentarios

  1. Dzięki, synu, powiedziałeś wszystko, nic już nie muszę dodawać, oprócz takiej refleksji, że pewnie ofiary Holokaustu przewracają się w "grobach" na widok tego, co wyprawia Izrael. Nikt nie ośmieliłby się nazwać powstańców z getta warszawskiego terrorystami, a ich walka nie różniła się niczym od walki Palestyńczyków o swoje prawa i godność. Każdy dyktator nazywa głośno swoje ofiary terrorystami. I tak, oprócz Palestyńczyków, mamy jeszcze Kurdów, Czeczenów, Ujgurów, Tybetańczyków i wiele innych ciemiężonych narodów. Hasło "walki z terroryzmem" otwiera wszystkie drzwi i usprawiedliwia każde draństwo i ograniczenia praw człowieka. We Francji sztucznie podsyca się lęk przed terroryzmem, żeby legitymizować wieczne przedłużanie stanu wyjątkowego i rozprawienie się z opozycją, a samo słowo jest nadużywanie i wymyka się definicjom tego zjawiska.

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