La desastrosa segunda ola de Covid en la India y el engaño nacionalista de Modi


En estas últimas semanas la Covid-19 me afectó personalmente. Pasé dos semanas con varios síntomas y recién me estoy recuperando de los efectos de la enfermedad, pero en realidad estaba mucho más preocupado por la situación en mi querida India. Ya hacía un par de semanas me llegaban noticias de una devastadora segunda ola de Covid. Un día mi padre me escribió alarmado que mi tío Rajiv está enfermo y necesita hospitalización, pero en Delhi no había camas libres en hospitales, completamente desbordados por la inmensa cantidad de pacientes. Además, mi prima - la única persona que estaba con él, también dio positivo y empezó a tener fiebre alta y otros síntomas. Unos días más tarde supe que mi primo, que vive lejos de Delhi, también está con Covid. Me puse en contacto con varios de mis amigos y amigas y me dijeron lo mismo: ¡casi todos sus familiares estaban enfermos! A la luz de esto, los datos oficiales que compartía el gobierno indio no sonaban nada creíbles: 350-400 mil positivos a diario, menos de tres mil muertes diarias. Suena como mucho pero para una población de mil trescientos millones de personas y con tantas personas que conozco afectadas directamente, tenía que ser un error garrafal en el conteo o una deliberada subestimación de los números. Como denuncian muchos trabajadores de crematorios y cementerios, además de médicos y periodistas, los números reales pueden ser hasta diez veces más altos.
 

Leyendo la prensa europea y los periódicos indios independientes de tendencia liberal y democrática, encontré mucha crítica de la gestión del gobierno indio del fundamentalista hindú Narendra Modi. Las noticias citaban historias estremecedoras de un drama inimaginable de miles de familias indias, que perdían a sus seres queridos por falta de oxígeno o falta de camas en las unidades de cuidados intensivos. Eran muertes claramente evitables si las autoridades se hubieran preparado para esta devastadora segunda ola de Covid. Desafortunadamente, desde el año pasado, en el que la pandemia afectó a la India mucho menos de lo que se había temido, en todas partes reinaba la despreocupación e incluso la arrogancia. A finales de enero el propio Modi presumía delante de sus homólogos internacionales del éxito de su país en la lucha contra el virus. En marzo su ministro de salud anunciaba que la India está llegando a la fase final de la pandemia. La prepotencia del gobierno no cambió con el inicio de la segunda ola. Hace poco el ministro jefe del estado más grande y más poblado, Uttar Pradesh, no sólo negó que la India sufría una escasez de oxígeno para pacientes y que los hospitales estaban desbordados, sino que llegó a amenazar con llevar a juicio a cualquier persona que difunda “rumores e información falsa”. Ahora ya sabemos que mentía sobre la situación real en los hospitales y la escasez de oxígeno.


Esa mentalidad de los gobernantes del partido Bharatiya Janata Party (BJP) es, por desgracia, un reflejo de ciertas tendencias en la sociedad india, cosa que he podido comprobar en las redes sociales. Hace más de una semana una amiga denunció amenazas similares a las del ministro jefe de Uttar Pradesh en un grupo de facebook de la comunidad india en Barcelona. El autor afirmaba que había hablado con la embajada india para registrar y denunciar a las personas que publiquen propaganda anti-india en las redes sociales. Según él, la embajada tomaría todas las medidas posibles. El comentario terminaba con un “si no puedes ayudar, al menos no seas un fastidio”. Para mi sorpresa, la respuesta a ese comentario claramente amenazador, era mayoritariamente positiva, en línea del discurso de Modi y su BJP, que desestiman cualquier crítica de su gestión y la tachan de “anti-nacional” y “anti-india”, a menudo apelando al creciente orgullo nacional de la población. Al mismo tiempo, hay periodistas encarcelados bajo acusaciones falsas, como es el reciente y escandaloso caso de Sidhique Kappan. En el agitado año 2020, en el que la pandemia se solapó con las protestas masivas por todo el país, hasta sesenta y siete periodistas fueron detenidos e interrogados en la India por su trabajo. La India ya se encuentra en la parte baja de la clasificación “World Press Freedom Index” como uno de los estados más inseguros para el periodismo. Como dijo el abogado de Sidhique Kappan, “silenciar a los medios de comunicación acaba con la democracia”. Pero, por lo visto en el grupo de facebook, todo vale para los seguidores fanáticos del BJP, incluso sacrificar la libertad de expresión, el derecho a la información y la propia democracia. 
 

De todas maneras, las tendencias autoritarias del gobierno de Modi y su pésima gestión de la actual ola de Covid-19 me hacen preguntar si la inmensa popularidad del primer ministro y su partido bajará en estas circunstancias. Cuando viajaba por la India hace dos años, veía la cara de Modi y sus ministros en incontables carteles por todo el país. En uno se jactaban de la construcción de una carretera, en otro afirmaban que estaban mejorando la seguridad de las mujeres en el transporte público. De esa campaña masiva era fácil hacerse una idea de que Modi estaba haciendo un gran trabajo mejorando la infraestructura y la seguridad para los ciudadanos. Los carteles presentaban a un Modi carismático, patriota y trabajador. Con su pelo y vello facial de color blanco y una sonrisa, podría hasta transmitir paz y sabiduría, como un sabio hindú, si no fuera por algo en su mirada. Había una agresiva determinación en esos ojos que tal vez percibí sólo porque había visto sus discursos anteriormente. Modi es un orador muy apasionado y vehemente, y consigue levantar mucha pasión nacionalista en sus mitines políticos. 


También la vestimenta elegante y tradicional del primer ministro constituye un mensaje importante para la sociedad: un mensaje de orgullo de las tradiciones y costumbres indias. Justamente esta parece ser la clave del éxito de Modi, y me recuerda mucho a la estrategia del partido que gobierna en Polonia. La formación ultracatólica Prawo i Sprawiedliwość (PiS) utilizó un discurso parecido dirigido a una nación con un complejo de inferioridad similar derivado de la historia y los mitos nacionales. En Polonia siempre ha dominado una narrativa victimista de un país siempre atacado y traicionado por los vecinos, lo cual no es una mentira pero se ha insistido mucho en el daño que nos han hecho injustamente. Tras la caída del comunismo éramos los pobres de Europa: más cutres, peor vestidos y menos cultos que los europeos occidentales, o al menos eso pensábamos de nosotros mismos. Ser polaco daba casi vergüenza, lo prestigioso era formar parte de la sociedad alemana, inglesa o estadounidense. Sin embargo, esto cambió cuando aparecieron los hermanos Kaczyński y su partido, el PiS, con un discurso nacionalista y ultraconservador. No tardaron en llegar al poder y construir una narrativa que triunfó sobre todo en los pueblos y las ciudades pequeñas y entre las personas sin estudios universitarios. Eran millones de polacos que se vieron identificados y representados por PiS, que parecía haber restaurado el orgullo nacional polaco. Este nuevo electorado del PiS estaba harto de escuchar que éramos un país atrasado, subdesarrollado e inferior a los estados ricos del oeste y el norte. A esas personas Kaczyński y los suyos le dijeron: “No te avergüences de nada, somos una gran nación y somos importantes en el mundo”. ¿Quién le puede culpar a una nación tan sedienta de dignidad y orgullo por haber creído en ese discurso?
 

Igual que los polacos sentimos que la historia ha sido demasiado dura con nuestro país, los indios son muy conscientes de la humillación que sufrieron como nación a manos del poder colonial británico. El complejo de una nación colonizada ha perdurado hasta hoy. Además, existe un cierto resentimiento entre la mayoría hindú por los siglos de dominación musulmana bajo varios imperios como el Sultanato de Delhi o el Imperio mogol. El discurso que presenta a los musulmanes como invasores foráneos y no como conciudadanos ya estaba bastante extendido antes, pero últimamente es explotado por Modi y su partido, el BJP. La herida que dejó la partición de la India en India y Pakistán nunca cicatrizó bien y las tensiones intercomunitarias han sido constantes en la India independiente. Con la apuesta por los valores tradicionales y el nacionalismo hindú, el BJP ha conquistado los corazones de decenas de millones de personas, sobre todo en el norte del país. Muchas de las personas que conocí durante mi viaje expresaban su ilusión con Modi y su gobierno, que prometía grandes logros y avances tecnológicos y sociales. Me quedó claro que los indios querían sentir que su país era admirado e importante en el mundo y el nacionalismo hindú del BJP ha sido una respuesta muy exitosa a esa demanda.


Pero el nacionalismo, sobre todo el hegemónico de una nación con estado propio, es una ilusión extremadamente destructiva. Intoxica las mentes con un orgullo ciego y superficial que suplanta a la dignidad y genera odio. El veneno nacionalista inevitablemente lleva a la violencia, la injusticia y el sufrimiento de las minorías, al mismo tiempo que no mejora la vida de la mayoría. Esto ha sido cruelmente expuesto por la pandemia en Polonia y en la India, donde las banderas ya no pueden tapar las carencias de los gobernantes.


Igual que en Polonia, en la India también se ha creado un electorado nacionalista fanático, dispuesto a todo para que sus representantes sigan en el poder. Las divisiones se han acentuado tanto, que el diálogo y los debates sociales pacíficos son casi imposibles. Por desgracia, en estos países que aprecio tanto, el abuso de poder de los gobernantes está poniendo en peligro la democracia. Por si su autoritarismo no fuera suficiente, ahora también nos enfrentamos a una pandemia con todas las restricciones que conlleva. En estos momentos mi máxima preocupación es que mis familiares y los de mis amigos y amigas se recuperen de la Covid-19. Queda por ver si la desastrosa gestión durante la pandemia afecta la popularidad de Modi y el BJP.

 

Enlaces para leer más sobre estos temas:

https://www.bbc.com/news/world-asia-india-56290116

https://www.aljazeera.com/news/2021/3/2/why-muslim-reporter-india-has-spent-nearly-150-days-jail

https://www.thenewsminute.com/article/67-journalists-arrested-detained-questioned-india-2020-their-work-140963

https://www.aljazeera.com/news/2021/2/1/indian-journalists-accused-of-sedition-over-farmers-stir-reports

https://react.etvbharat.com/english/national/bharat/months-after-claims-of-india-victory-on-covid-congress-slams-pm-modi-over-premature-boasting/na20210430233042035

https://www.nytimes.com/2021/05/01/world/asia/india-covid19-modi.html

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