Kerala: El paraíso natural en retroceso
Hace una semana viajé desde la ciudad de Ernakulam en la costa hasta Thekkady, un pueblo ubicado casi en la frontera con el estado de Tamil Nadu, para visitar el Parque Nacional de Periyar. El viaje de unos 155 kilómetros duró más de cuatro horas y empezó en las llanuras costeras. Cuando salimos del terreno urbanizado atravesamos una franja de cultivos de caucho: muchos kilómetros de monocultivo. Con el ascenso hacia la montaña el caucho dejó su lugar a cultivos de especias como jengibre, pimienta y cardamomo. Diría que pasé tres cuartas partes del viaje viendo cultivos de todo tipo de plantas para consumo humano y sólo al final entramos en el bosque tropical de la zona periférica del parque de Periyar. Viendo esa composición de paisaje no pude evitar un sentimiento de tristeza al imaginar que gran parte de esas tierras cultivadas formaban parte de la selva sólo unos cincuenta o cien años atrás.
Los paisajes de los Ghats Occidentales me trajeron recuerdos de las plantaciones de té en el centro de Sri Lanka cerca de Haputale que visité en 2019. Recuerdo las increíbles vistas desde el mirador de Lipton’s Seat: Los campos de cultivo de un color verde claro llegaban al horizonte en todas las direcciones, atravesados por pequeños caminos. La simetría de esa vista se me quedó grabada en la memoria. Era un lugar bellísimo y aún así sentí pena por toda la biodiversidad perdida para impulsar el cultivo de la planta que conquistó el mundo entero. En la India vi paisajes similares en la zona de Munnar en los Ghats Occidentales y en Darjeeling en el noreste. En Nepal la zona de Ilam también reemplazó sus bosques por cultivos de té.Sin embargo, criticar a países como la India y Sri Lanka por la destrucción de su paisaje desde un punto de vista europeo sería algo problemático si tenemos en cuenta los factores que han conducido a esta situación. Al final es el mundo occidental que impulsó la economía capitalista global en la que el crecimiento económico es el valor más determinante. Los países “en vías de desarrollo” buscan generar beneficios para su población y emulan el modelo económico de los países “desarrollados” que ya han destruido gran parte de sus paisajes naturales. También cabe recordar que la deforestación en estos lugares se debe a la alta demanda de productos como el té, el coco, el aceite de palma o las especias en los mercados del “norte global”.
Además, ¿quién de nosotros no toma té o café? Yo tomo sobre todo yerba mate, cuyas plantaciones también ocupan un área inmensa del norte de Argentina y el sur de Paraguay. A nivel individual lo mejor que puedo hacer es reducir o eliminar el consumo de productos importados que contribuyen a la destrucción de la naturaleza. La única solución que puedo imaginar es implementar las políticas de decrecimiento económico para limitar el impacto humano en el planeta. Tendríamos que devolverle las tierras a la naturaleza en un progresivo ejercicio de ‘rewilding’ y retirar gran parte de las actividades a los núcleos habitados. Es una visión que parece poco probable en el contexto actual, aunque no pierdo la esperanza de ver a la naturaleza recuperar lo que le pertenece.
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