Vergüenza y locura en Mumbai
Gateway of India |
Un día subí a un
tren local hacia el sur de Mumbai con un grupo de extranjeros de mi hostal. De
entrada se armó un pequeño revuelo a nuestro alrededor. Mucha gente nos miraba
con curiosidad mientras hablábamos en inglés con al menos cinco acentos
diferentes. En ese instante entendí que quizás me siento mejor cuando viajo
solo. Normalmente prefiero pasar más desapercibido, lo cual es perfectamente
factible si estoy solo y no llevo ropa demasiado llamativa para los estándares
indios.
Los extranjeros
atraemos las miradas también por algunos comentarios poco afortunados que
hacemos desde la ignorancia. Por ejemplo, aquel día en el tren un chico inglés dijo
que los precios en la India le parecían “ridiculously cheap”. Miré a mi
alrededor y vi algunas miradas que interpreté como una especie de reproche. Me sentí
mal pero decidí no entrar en la discusión.
El parque Oval Maidan y la torre Rajabai Clock Tower |
A mí también me parece ridículo que
la vida aquí sea tan barata para nosotros y que la vida en Europa sea tan cara
para la gente de aquí. Es inaceptable e injusto que yo pueda visitar a mis
amigos y amigas de la India pero ellos no se pueden permitir viajar a Europa
para verme por culpa de la gran diferencia entre nuestros sueldos. Tal vez una
cena que los turistas y viajeros occidentales consideramos barata puede
equivaler a los gastos en comida de una familia en una semana. Pensé que este
tipo de comentarios es bastante innecesario y quizás hasta ofensivo para
algunas personas, aunque entiendo que la mayoría no son pronunciados con malas
intenciones.
En la vuelta de
Colaba a Bandra el tren estaba tan lleno que no me pude mover ni un centímetro.
Empecé a recordar algunas aventuras en los trenes locales durante mi anterior
visita a Mumbai en diciembre. Una vez estaba intentando salir del tren en
Bandra, pero antes de que pudiera bajar al andén ya escuché el grito de guerra
desde fuera: “chalo, chalo” (“Dale, dale” o “vamos, vamos”) e inmediatamente
decenas de hombres asaltaron la puerta como si fueran corsarios atacando un
barco. Empecé a repartir empujones y golpes a diestra y siniestra haciéndome un
pasillo hasta toparme con un hombre bastante grandote que no estaba dispuesto a
ceder. Tras chocar con él y comprobar que el tipo no se apartaría ni siquiera
si fuera un elefante, lo esquivé con algunos rasguños en las manos. Acabé tan
enfurecido que empecé a proferirle los peores insultos en inglés desde el
andén.
Actividades deportivas en el parque: cricket, rugby, fútbol |
Un día después
compré un boleto para volver a Bandra desde una estación cercana a la playa
Juhu. Eran las siete: la hora punta en Mumbai cuando todo el mundo vuelve a su
casa en tren, coche, autobús o taxi. El andén estaba muy abarrotado. Pronto
pasó un tren totalmente lleno, con gente aguantando en las puertas agarrada de
los raíles exteriores. Lógicamente decidí esperar al siguiente. Pasó otro igual
de lleno y luego otro. Finalmente me rendí y tomé un autorickshaw para volver a mi hostal.
Mientras rememoro
estas situaciones llegamos a Bandra. Como era de esperar, la gente empieza a bajar
en masa y me sumo como uno de los últimos en bajar. Antes de cruzar la puerta,
los de afuera ya pierden la paciencia y empiezan a subir. Teniendo en cuenta
las situaciones anteriormente descritas, me preparo para unos empujones y ataco
primero. Pero esta vez es diferente: Después de algunos choques la gente se
aparta y me caigo al andén… Me levanto y les miro con incredulidad pensando:
“¿Pero qué pasa? ¿Por qué ahora no pelean?” ¡Son tan impredecibles estos mumbaikar!
El rectorado de la Universidad de Mumbai, en Colaba |
Son situaciones inimaginables para alguien de Europa,
pero ahora las veo en su contexto: el de la lucha por la supervivencia en esta
gran ciudad. Vivir en Mumbai debe ser muy difícil. Miles de jóvenes de los
suburbios tardan dos horas para llegar a su trabajo en oficinas localizadas en
el centro y luego dos horas más para volver. Les debe quedar tiempo sólo para
cenar con su familia y dormir antes de emprender el viaje otra vez. La
muchedumbre en las estaciones es algo insólito que quizás sólo se compara con
otras megalópolis asiáticas o latinoamericanas.
Tristemente, mucha gente no tiene alternativas y se suma al gentío que asalta los vagones para no pasar sus dos horas de viaje de pie. Posiblemente la construcción de varias líneas de metro, ya iniciada con dos líneas activas, resuelva una parte del problema, pero en la actualidad tomar el transporte público en Mumbai puede convertirse en una aventura.
Tristemente, mucha gente no tiene alternativas y se suma al gentío que asalta los vagones para no pasar sus dos horas de viaje de pie. Posiblemente la construcción de varias líneas de metro, ya iniciada con dos líneas activas, resuelva una parte del problema, pero en la actualidad tomar el transporte público en Mumbai puede convertirse en una aventura.
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