Firaaq: Un thriller sobre las secuelas de la violencia intercomunitaria


Firaaq es la película con la que la actriz Nandita Das debutó como directora de cine en el año 2008. Este filme, definido como thriller político, cuenta la historia de varias personas, tanto víctimas como observadores y perpetradores, afectadas por los disturbios en Gujarat en el año 2002. El lugar no está definido, aunque podría ser la gran metrópoli de Ahmedabad, mientras que la historia transcurre durante veinticuatro horas un mes después de los disturbios. Das logró juntar para esta producción a algunos de los mejores actores y actrices en la actualidad en la India como Naseeruddin Shah, Deepti Naval y Nawazuddin Siddiqui. El debut de la directora india fue galardonado con varios premios en festivales en la India, Pakistán, Singapur y Tesalónica.

Para que entiendan la película les hará falta una breve presentación del contexto histórico en el que está ambientada. Por lo tanto, permítanme empezar por lo bien conocido: La India lleva muchos siglos o incluso varios milenios siendo un crisol - un lugar de mezcla entre diferentes civilizaciones. En el país han convivido, no siempre de una manera pacífica, diferentes comunidades, habitualmente divididas según su religión. La violenta Partición de la India en el 1947 ha agudizado el odio sobre todo entre los hindúes y los musulmanes, que hasta el día de hoy siguen distanciados en varias partes del país. Desde aquel año, ha habido varios conflictos graves entre las dos comunidades, de los cuales destacan los de Mumbai del año 1992-1993 y los trágicos disturbios en el estado de Gujarat en el 2002 en los que posiblemente murieron hasta dos mil personas y otras dos mil quinientas sufrieron lesiones.

Los sucesos en Gujarat fueron una respuesta de los elementos más radicales de la comunidad hindú, con el beneplácito de las autoridades, a la quema de un tren en Godhra por parte de una multitud de musulmanes el 27 de febrero de 2002. La reacción de los fundamentalistas hindúes en Gujarat fue un ataque organizado a las personas musulmanas y sus propiedades. Los disturbios más graves ocurrieron en la entonces capital, Ahmedabad, pero también en otras ciudades y pueblos del estado. Cientos de personas fueron masacradas, quemadas vivas, violadas o gravemente lesionadas. Miles de casas, negocios, mezquitas, santuarios y coches pertenecientes a ciudadanos musulmanes sufrieron daños.

Cabe destacar que el ministro jefe del estado de Gujarat en aquel momento era el actual primer ministro de la India, Narendra Modi, que fue acusado de fomentar el odio hacia la comunidad musulmana con palabras incendiarias. Modi calificó la quema del tren en Godhra como un atentado terrorista perpetrado por el servicio de inteligencia de Pakistán con la colaboración de islamistas locales, a pesar de no tener pruebas. Las acusaciones contra Modi y sus gobernantes de haber incitado a la violencia fueron tan serias, que hasta el Reino Unido y Estados Unidos le prohibieron la entrada en su territorio durante algo más de diez años.

Lo que no es un secreto es que en cada uno de los ataques la multitud disponía de listados de los negocios llevados por musulmanes y las direcciones de sus casas. Además, los ciudadanos que llamaban la policía aterrorizados para pedir ayuda tuvieron como respuesta: “No tenemos órdenes de salvarlos”. La complicidad de Modi y las autoridades gujaratís en las masacres es bastante evidente, aunque la cúpula del gobierno local nunca fue formalmente declarada culpable.

Pero volvamos a Firaaq y dejemos los detalles históricos para otro momento. Encontrarán la película completa con subtítulos en inglés en Youtube:


La mayoría de los protagonistas de Firaaq son musulmanes de diferentes generaciones y clases sociales, lo cual hace que sus historias sean interesantemente distintas. Por ejemplo, Sameer Shaikh es un hombre de clase media con un negocio propio, casado con una mujer hindú. Tras el saqueo de su almacén durante los disturbios, Sameer empieza a temer por su vida y salud. Lo que es quizás aún peor es su crisis de identidad como musulmán en la India que le causa amargura y empieza a afectar su relación con el entorno. Sameer y su esposa se plantean dejar su casa y mudarse a Delhi para dejar atrás el miedo y el estigma que el atormenta.

En cambio, Khan Saheb es un profesor de música clásica india bastante mayor de edad y un hombre culto de carácter apacible y amable. Su sirviente, Karim Mian está muy preocupado por la tensión y que prevalecen en el entorno después de los disturbios. Khan Saheb trata de tranquilizar a Karim y se mantiene felizmente ajeno a toda la polémica, ignorando todas las señales de desconfianza y odio entre las comunidades. Todo cambia cuando Khan Saheb se entera de la destrucción de un santuario de un santo sufí por parte de una multitud enfurecida.

Muneera y Hanif son una joven pareja con un niño recién nacido. Al volver a su hogar un mes después de la violencia, lo encuentran calcinado y saqueado. Apenado y desesperado, Hanif decide tomar venganza contra quien considera el autor de la quema, un vecino hindú y primo de la mejor amiga de Muneera, Jyoti. Con la tensión y desconfianza que reinan en la ciudad, Muneera empieza a sospechar que Jyoti sabe quién es el responsable. Mientras Hanif y sus tres compañeros buscan venganza, Muneera elige pensar en la sobrevivencia de su familia y acepta una oferta de trabajo de Jyoti.

También en la comunidad hindú hay personas traumatizadas por la violencia. Aarti es una mujer de mediana edad que sufre de remordimientos por no haber ayudado a una musulmana que le pidió ayuda perseguida por una multitud violenta. Apenada con un sentimiento de culpa cada día se autolesiona con aceite caliente y no para de escuchar y ver a la mujer musulmana en su imaginación. Un día encuentra en la calle al pequeño Mohsin, cuya familia fue masacrada durante los disturbios. Tal vez para redimirse, le ofrece refugio al huérfano. Mientras tanto, el marido de Aarti trata de encubrir la implicación de su hermano en una violación en grupo que también ocurrió en los días de los altercados.

Cada uno de los personajes lidia de una manera diferente con el miedo y el dolor. Tras perder inicialmente la fe, Khan Saheb finalmente decide seguir con sus clases de música a alumnos hindúes, lo cual ofrece algo de esperanza. También Sameer Shaikh supera su miedo y decide quedarse en la ciudad. Sin embargo, el mensaje final de la película no es precisamente de esperanza. El plan de venganza de Hanif acaba en una tragedia. La última imagen es un primer plano de los ojos desesperados del pequeño Mohsin en un campo de refugiados. El futuro es incierto para las víctimas, sobre todo las más jóvenes: quizás esto es lo que nos quiere decir Nandita Das.

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