Documental sobre Cachemira: Jashn-e-Azadi

Con la reciente suspensión de la autonomía de Cachemira por parte del gobierno del derechista hindú Narendra Modi el mundo volvió a centrar su atención en esta región. De hecho, este año ya es la segunda vez que Cachemira se encuentra bajo la luz de los focos mediáticos, teniendo en cuenta el conflicto entre la India y Pakistán en abril. El partido Bharatiya Janata Party (BJP) que ostenta una mayoría absoluta en el parlamento indio llevaba años avisando que revocaría los artículos de la constitución que otorgaban un estatus especial al estado de Jammu y Cachemira. Finalmente la decisión fue tomada el día 5 de agosto con un decreto presidencial que anulaba los artículos 370 y 35A de la constitución. Hay que recordar que gracias a la inclusión de dichos artículos Cachemira accedió a formar parte de la India después de la Partición del país en 1947.

¿Y qué exactamente garantizan el 370 y 35A? Gracias al 370 Jammu y Cachemira disfruta de más autonomía que otros estados. Por ejemplo, las autoridades locales pueden aprobar sus propias leyes, salvo en la materia de finanzas, defensa, política exterior y comunicaciones. El 370 prácticamente garantiza la exención del estado de seguir la constitución india. El 35A, en cambio, permite a las autoridades locales definir a los residentes del valle de Cachemira y prohibe a las personas no residentes comprar tierra e inmuebles en la región. También les impide obtener puestos gubernamentales, becas y puestos en las instituciones educativas de Cachemira. Además, bajo el 35A los habitantes de otras regiones que se hayan casado con una persona residente de Cachemira no pueden comprar tierra e inmuebles y sus parejas automáticamente pierden ese derecho. El propósito de la aplicación de ambos artículos era proteger la cultura y la demografía del valle, cuyos habitantes temían acabar desbordados por el influjo de nuevos residentes de otras partes del país.

La decisión unilateral del gobierno indio causó una ola de indignación sobre todo en Cachemira y Pakistán, pero fue muy celebrada por los votantes nacionalistas del BJP. Según el BJP, los dos artículos otorgaban más derechos a los cachemires que al resto de la ciudadanía, y, por lo tanto, tenían que ser revocados. Sin embargo, muchos comentarios de sus diputados hacen pensar que se trata de un paso más hacia la "hinduización" de la India. Varios de ellos celebraron que gracias al cambio los no cachemires podrán comprar tierra en el valle. Una declaración de Vikram Saini, un diputado de BJP en Muzaffarnagar en el estado de Uttar Pradesh fue particularmente hiriente. Saini mostró su alegría por la posibilidad de que los trabajadores locales podrán casarse con mujeres cachemires de "piel clara".

Actualmente Cachemira vive probablemente sus momentos de máxima tensión desde la última guerra entre la India y Pakistán en el año 1999. El gobierno indio envió a treinta mil soldados adicionales a la región, suspendió el acceso a internet y apagó las conexiones telefónicas. Los líderes políticos locales como Omar Abdullah y Mehbooba Mufti fueron puestos en arresto domiciliario, y los turistas y peregrinos fueron evacuados de la región. Además, las reuniones en espacios públicos han sido prohibidas para evitar protestas y disturbios. Sin embargo, no se han podido evitar manifestaciones masivas en las que ya murió un chico de dieciseis años.

Para entender mejor el trasfondo histórico y social que ha llevado a la escalada del conflicto en la actualidad, les recomiendo ver un buen video preparado por Al Jazeera que explica los eventos que han desatado la tormenta actual:


Pero si quieren adentrarse en el conflicto y entender la vida y la resistencia de la población de Cachemira, deberían ver un excelente documental llamado Jashn-e-Azadi. El título fue traducido al inglés como "How we celebrate freedom" ("Cómo celebramos la libertad"). Este documental de Sanjay Kak del año 2007 primero nos sitúa en la céntrica plaza Lal Chowk de la capital de Cachemira, Srinagar, en 2006. Es el 15 de agosto, el día de la independencia de la India, celebrado con mucho fervor en casi todas las partes del estado. Sin embargo, en Lal Chowk hace más de diez años solamente los soldados indios festejan esta ocasión, mientras los cachemires boicotean los actos.

Tras las imagenes del Lal Chowk medio vacío, los realizadores acompañan a un padre que busca la tumba de su hijo en el cementerio de los mártires de la lucha por la independencia. Luego vemos videos de diferentes protestas multitudinarias contra la ocupación india, y de funerales de combatientes que también se convierten en reivindicaciones de la independencia de Cachemira. Para ofrecer un contraste, Sanjay Kak nos enseña la otra cara de la región: la de destino turístico para los habitantes de otras regiones. Los turistas parecen totalmente ajenos al sufrimiento de los cachemires, disfrutando de sus vacaciones y sacándose fotos con los soldados. Uno de los hombres incluso llega a decir sobre la población local: "Esa gente estúpida lo arruinará todo".

Después de las imágenes de alegres turistas gozando de una aventura en la nieve, nos encontramos de vuelta a la vida cotidiana de los locales: Unos jóvenes que cuidan un cementerio donde son enterradas las víctimas del conflicto, algunas con claras señales de haber sufrido torturas. Tras eso volvemos a ver imágenes de unos magníficos jardines y arquitectura musulmana de los tiempos del Imperio de los Grandes Mogoles. El director cita al emperador Jehangir, que dijo sobre Cachemira: "Si hay paraíso en la tierra, es aquí, es aquí, es aquí". Y parece que la región sigue siendo el sueño de los grandes imperios actuales: los dos estados que surgieron tras la Partición.

Además, el equipo de Kak visita un pueblo que fue casi arrasado por el ejército indio en un intento de detener o matar a un militante separatista. El director nos presenta a diferentes líderes políticos que han pasado incluso más de diez años en prisiones indias sin ningún juicio. Vemos como unos activistas de la Jammu Kashmir Coalition of Civil Society recorren los pueblos para completar un recuento de todas las víctimas de la opresión y escuchamos los testimonios de sus familiares y vecinos. Posteriormente el director y su equipo visitan el despacho de un psiquiatra que trabaja con las víctimas y sus familias, afectadas por el estrés postraumático. No faltan imágenes de diferentes chequeos a los que son sometidos los ciudadanos en la calle por la policía y el ejército indio.

Jashn-e-Azadi es extremadamente metafórico: las imagenes, los sonido y el uso de la poesía contemporánea cachemir sirven para avivar nuestra imaginación y entender el sentimiento de la población. La inagotable voluntad de independencia choca con el control sofocante del estado indio, lo cual inevitablemente genera sufrimiento. El documental nos permite adentrarnos en el conflicto y conocer sus matices, tales como la existencia de combatientes cachemires que han dejado las armas y han empezado a colaborar con el ejército indio, o los esfuerzos del dicho ejército para ganarse la población - insatisfactorios, cabe destacar.

Sanjay Kak intenta mostrarnos el gran daño en el tejido social del valle de Cachemira y denunciar la inmensa cantidad de violaciones de derechos humanos cometidas por el ejército. El islam más radical y la lucha armada parecen el único camino de la resistencia para muchos jóvenes que han visto sufrir a sus familiares y amigos. Tristemente, con la reciente suspensión de la autonomía de Jammu y Cachemira y la reorganización territorial que acabará con su estatus especial, el futuro del valle y sus habitantes no invita al optimismo. Seguramente veremos más enfrentamiento, más odio y más actitudes imperialistas por parte de los dos estados que desean apoderarse de la totalidad de Cachemira, actualmente dividida en dos. Como bien comentó un usuario cachemir en las redes sociales: Quieren la tierra, pero sin sus habitantes...





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