Conversaciones sobre matrimonio concertado y la separación entre el matrimonio, el amor y el sexo en la India

Un día en el andén del metro de Malviya Nagar en Delhi se me acercó un hombre más o menos cuarentón bastante bien vestido. Me preguntó en inglés si el siguiente tren para en Saket, sin duda reconociendo que soy extranjero. De entrada me parecía una excusa para entablar una conversación. Le contesté y el hombre se animó con más preguntas: De dónde soy, cuántos años tengo, si estoy casado y si tengo hijos - lo típico en la mayoría de las conversaciones con desconocidos en la calle o en el transporte público en la India. Le dije que no tengo intención de casarme y tener hijos a pesar de tener mis treinta y cinco años, y el hombre se extrañó: “Y la vida sexual, ¿qué?”. Tampoco esto me sorprendió: en la India el sexo se piensa, se vende y se practica como en cualquier otra parte del mundo, aunque la manera de percibirlo es algo diferente. Respondí que no hace falta estar casado para tener una vida sexual satisfactoria. El hombre no desistió y continuó con más preguntas. Me empecé a sentir incómodo y corté la conversación. En ese momento me acordé de una conversación con un joven de Mumbai a través de Whatsapp. El chico era un hincha del Barça indio que se puso en contacto conmigo para hablar de Barcelona y fútbol. Tras hacerme la serie de preguntas habituales, se sorprendió que no me planteaba el matrimonio. “¿Y la satisfacción del deseo sexual?”, me preguntó, como si el matrimonio fuera la única manera de lograrla. Ese punto de vista tan conservador me chocaba al principio pero con el tiempo logré entenderlo.

Una vez mientras cenaba con mi tío tuve una larga conversación con él que me hizo entender mejor la perspectiva india sobre el matrimonio y las relaciones. Hablamos sobre el matrimonio concertado y el divorcio. Mientras el primero todavía es muy común en la India, el segundo sigue siendo raro por culpa de la sofocante presión social. La postura de mi tío es claramente conservadora en ese aspecto: A favor del primero y en contra del segundo. Curiosamente, él no es el ejemplo de lo que defiende porque se casó por amor. Sin embargo, para él, el matrimonio concertado dentro de la misma casta siempre ha sido una manera de garantizar una similitud de valores y creencias y perpetuar unas tradiciones familiares. En otras palabras, dos personas de la misma casta probablemente comparten una forma de vida y unas tradiciones similares que luego enseñarán a sus hijos e hijas. Según mi tío las relaciones por amor no son en absoluto más duraderas y sólidas, y a menudo terminan cuando se acaba el enamoramiento y la rutina se apodera de la vida de la pareja. En su opinión el divorcio no resuelve ningún problema. “Uno tiene que dedicarle más esfuerzo para mantener a la familia unida”.

Aunque no estoy de acuerdo con él, trato de entender su posición, que tampoco dista mucho de la realidad en mi Polonia natal u otros países europeos hace no tanto tiempo, cuando eran los padres quienes tenían la última palabra en la elección de la pareja, sobre todo para sus hijas. Eso ocurría precisamente porque la continuidad de la tradición familiar y unos valores estaban por encima de los sentimientos. Pero quizás aún más importante es el aspecto económico del matrimonio. Las familias quieren dejar la herencia en buenas manos y garantizar un futuro estable a sus hijos. Son argumentos lógicos a favor de un pragmatismo que en muchos casos sale beneficiando a las familias y la pareja. De todas maneras, lo sigo considerando una forma de formalizar una relación bastante opresiva y limitante.

La separación entre el amor y el matrimonio me lleva a pensar que de esa manera se normalizan las infidelidades, sobre todo de los hombres. Las historias de ese tipo de engaños abundan en el cine y la literatura india. Los ejemplos de películas más recientes incluyen The Lunchbox y Bombay Talkies. En la primera de ellas, una ama de casa trata de reavivar su monótona relación esforzándose en la preparación de comidas deliciosas para su marido e intentando hacerle ver su amor y dedicación de esa manera. Por desgracia, acaba descubriendo que el marido está con otra mujer. En Bombay Talkies, la protagonista de una de las historias está en otro matrimonio estancado que carece de contacto físico y cariño. Finalmente descubre que su marido es homosexual y ha ocultado su orientación sexual durante toda la relación. Aparte del tabú alrededor del divorcio y los matrimonios por amor, seguramente la homofobia ha hecho que el marido de la protagonista decidiera casarse con una mujer.

No puedo evitar pensar que esos engaños son una consecuencia de la falta de amor y atracción sexual en muchos matrimonios concertados, y además, el resultado de una extrema dramatización del divorcio. Una separación puede arruinar la buena reputación de las familias y en la India la reputación es un valor sagrado. El estigma social relacionado con el divorcio trae mucho sufrimiento y marginalización que todo el mundo quiere evitar. Por lo tanto, es recomendable mantener las aventuras en secreto y seguir casado por la estabilidad que otorga el matrimonio...

 

[Foto: Una estación de metro en Delhi - no es Malviya Nagar pero me sirve de ilustración :)] 

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